Entre las dos palmeras, encendidos,
van la luna y el sol hacia el encuentro.
Ella deslumbra el aire con gemidos
que exacerban al sol en su trayecto.
Más corazón de lumbre entre las piernas
al rey astro le crece por instantes,
más esquiva se muestra y se enajena
la dama de la noche más brillante.
Isabel A. M. Miralles